Se habla tanto de la creación, se habla, se escribe, se investiga y todas las conclusiones pueden ser diferentes, no obstante, quizás sean similares: todas fueron impulsadas por el deseo, por la pasión irrefutable que quiere algo más, la sed de conseguir lo que nadie más o de lograr ver materializado lo que ni siquiera tiene forma en nuestras mentes.

Crear es nuestra insignia, sólo que lleva diferentes colores y tamaños; algunos crean vida, otros, arte y muchos tantos empleos, estilos de vida, espacios; hay tanto para crear que, no hacerlo es sinónimo de muerte —aunque sigas con vida—. Porque creas incluso la sonrisa en un desconocido que tuvo un mal día y fuiste quien le regaló algún cumplido. Creas bienestar cuando proteges a los que amas con tus precauciones y cuidados. Creas alivio cuando en un escrito colocas exactamente las palabras que alguien necesitaba leer, escuchar y decir (no importa si sólo se trata del escenario que también le ayudaste a crear en su mente).

Hay que enfocarse en lo que realmente te gusta, dedicarle tiempo y ser exigente en lo que puedes serlo, pero también ser compasivo cuando el resultado sea diferente al esperado inicialmente, eso sigue siendo parte del proceso y la única opción para que los frutos se sean tan o mejor que lo que sueñas es no rendirte, dejar el plan B sin plan y trabajar día a día en tu plan A. Experimentar, permitirte al menos un mínimo margen de error te va a enseñar hasta dónde puedes llegar, qué puedes hacer y qué te gusta más para obtener la magia que esconde tras una obra terminada.

Entonces sí, para crear se necesita un toque de pasión y un gran deseo, lo que sea quequieras ver hecho realidad debe llevar este par de ingredientes en mayor medida que cualquier otra cosa, pero es importante que al crear lo sepas acompañar de disciplina y constancia, ya que aquello que haces con amor y dedicación no puede sino quedar bonito, exquisito y magnífico.

Mi deseo de algo más empieza cuando hay algo para decir, pero que puesto en una conversación no tengo forma de encajar, ese tipo de palabras que te hacen quebrar la voz y se estacionan en la parte de atrás de un nudo en la garganta. Cuando era más pequeña tenía miedo de expresar mis palabras, pero ellas me dolían estando en mi interior y en algún punto comencé a colocarlas en una hoja, no importaba si se trataba del cuaderno de clases, un diario o una servilleta, lo importante era transformar aquello que no tenía forma en algo que no me oprimiera más.

Con el tiempo noté que había más personas que, como yo, no sabían expresar sus sentimientos y decidí hacerlo también en nombre de ellos, así fue como mi deseo de drenar, se convirtió en mi pasión por ayudar, por ser una voz que no aturde, la voz de todos los que no sabíamos que decir, los mismos que no queríamos herir a nadie.

Mi forma favorita de creación es la literatura, las letras, como podrás haber notado. Me gusta jugar con ellas, creer que las entiendo cuando son tan extensas que tal vez no conozco ni la mitad. Pero las letras son agradecidas, me permiten ser libre, me permiten crear poemas, prosas poéticas, historias, contar mis propios lamentos y cada una de mis alegrías, vuelven mis tristezas en algo minúsculo y mi felicidad en arte.

Escribir es crear un mundo alterno en el que todo puede ser usado a tu favor y aun así puedes no tener un final feliz; un mundo en el que las elecciones nos generan reflexión y aunque pueda ser fantasía, al leerlo eliges que para ti sea verdad. Me podría crear muchos mundos a través de la poesía, es mi lugar preferido entre tantos caminos que tiene la literatura. La poesía me captura con su ritmo, siento que me lleva a alguna otra parte sin salir de sus versos y en menos tiempo que otros géneros literarios, me genera un sinfín de sentimientos. Puedo estar llorando y la poesía limpia mis lágrimas, puedo estar riendo y la poesía amplifica mis carcajadas. Es un lugar seguro entre tanta incertidumbre que se nos ofrece afuera.

Diana Alexandra Alvarado Miranda (13-09-1997) Asesora comercial, nacida en Punto Fijo, Falcón, Venezuela con residencia en Rionegro, Antioquia hace cuatro años

Y desde Phenomenal: ¡Un abrazo bien chimbita!